LOS SEÑORES DEL AIRE



Los Señores del Aire son las multinacionales que dominan el espacio electrónico (Disney, Fox, Microsoft, Intel, Sony, Visa, etc.),  una nueva forma de poder que se sitúa en la base del proceso de globalización.

ENTREVISTA A JAVIER ECHEVARRÍA
Eduardo Vicente Navarro- Su libro Los Señores del Aire: Telépolis y el Tercer Entorno, ganador del Premio Nacional de Ensayo, tiene sin duda un título muy original. Al respecto, la pregunta parece casi inevitable: ¿qué es el "Tercer Entorno" y quiénes son "los Señores del Aire"?
Javier Echevarría
Javier Echeverría- El tercer entorno es un nuevo espacio social generado por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que no son sólo Internet, sino también la telefonía y la televisión digitales, el dinero electrónico, los multimedia, los videojuegos y la realidad virtual. Dicho espacio electrónico (o mundo digital) tiene una estructura matemática, física y simbólica muy distinta a la de los otros dos entornos (la naturaleza y la ciudad) donde se ha desarrollado la humanidad y las sociedades rurales, urbanas e industriales. En el tercer entorno podemos actuar y relacionarnos a distancia, en red y de manera multicrónica. No se requiere la presencia física ni la simultaneidad. Este nuevo espacio social desborda las fronteras territoriales clásicas y posibilita una nueva modalidad de sociedad, la sociedad de la información.
Javier Echevarría
En cuanto a los Señores del Aire, son las grandes empresas transnacionales que controlan y desarrollan las nuevas tecnologías de la información, razón por la cual han adquirido un notable poder en el espacio electrónico. Las hay de televisión (CNN, Fox, otras de ámbito nacional), de telefonía (AT&T, Telefónica...), de dinero electrónico (Visa, American Express...), de contenidos (Disney, Vivendi, Bertelsmann...), de videojuegos (Nintendo, Play Station...) y de redes telemáticas (Microsoft, Oracle, Intel, etc.). Para ver, oír y hacer cosas en el espacio electrónico dependemos estrictamente de estos espacios de acceso, conexión, navegación y procesamiento de los flujos electrónicos que dan vida al tercer entorno. En conjunto, se trata de una nueva modalidad de poder, diferente a la de los Estados-nación, que también tienen plasmación en el ámbito de la ciberguerra o infoguerra (poder militar en el tercer entorno). Los Señores del Aire están a la base del actual proceso de globalización.

E.V. N.- Dada la existencia de estos sofisticados señores feudales del aire, ¿quiere ello decir que la revolución de las redes no es libre y democrática, y que difícilmente podría llegar a serlo en el futuro? ¿En qué iniciativas intuye que existe la esperanza de una mayor libertad y democratización del mundo virtual?

J. E.- El demos del tercer entorno somos los usuarios. De ninguna manera cabe decir que seamos nosotros o nuestros representantes quienes toman las decisiones a la hora de diseñar y desarrollar el nuevo espacio social. Más bien somos telesúbditos de los Señores de Aire, pues nuestra dependencia de ellos es total para cualquier acción en el espacio electrónico. Son ellos quienes lo conforman y quienes conforman nuestros hábitos. Por tanto, no hay democracia en el espacio electrónico, ni es previsible que vaya a haberla en plazo breve. Hay que hablar más bien de feudos de la información, es decir, de ámbitos del espacio electrónico estrictamente dominados por los diversos Señores del Aire, los cuales ofrecen entretenimiento, seguridad, información y contenidos a sus telesúbditos. Eso sí, hay movimientos de oposición a esa nueva forma de poder, sobre todo en Internet: organizaciones en defensa de los derechos de los internautas, asociaciones de usuarios, hackers, comunidad Linux, etc. Por esa vía surgen las posibilidades de que el tercer entorno sea más libre y democrático.

E.V. N.- Además de Los Señores del Aire también, en esta misma línea, ha escrito usted otros ensayos como Un mundo virtual, Cosmopolitas domésticos o Telépolis. Todos ellos se inscriben dentro del marco de reflexión de las tecnologías de la telecomunicación y de la información, pero, a parte de esto, ¿en qué consiste ese "aire de familia" que comparten todos ellos? y ¿qué novedades o revisiones se ha visto obligado a introducir en el decurso de su investigación?

J. E.- Telépolis fue la primera obra de la serie: en ella se trataba de imaginar el planeta en forma de una ciudad-red global en la que las personas se relacionaban libremente entre sí en el espacio electrónico. Cosmopolitas domésticos analizaba el impacto de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en nuestras casas, en los pequeños espacios, en lo más local. Los Señores del Aire presenta la tesis general sobre la estructura de poder actualmente imperante en el espacio electrónico y se muestra más crítico respecto a las posibilidades emancipadoras de las nuevas tecnologías TIC. Un mundo virtual es un apéndice a esta última obra, donde se estudia un tipo de tecnologías del espacio electrónico que cada vez tendrá más relevancia social: los cascos y gafas, estereoscópicos, los guantes de datos, etc. Su interés consiste en transformar directamente nuestra percepción, llevándonos a mundos sensoriales artificiales. En este sentido, las TIC son tecnologías de la mente. En conjunto, en las dos primeras obras no me había planteado la cuestión del poder en el nuevo espacio social. En Los Señores del Aire sí, y por ello es una obra más crítica y menos optimista que las dos primeras.

E. V. N.- El término "Telépolis", la ciudad "a distancia", como en ocasiones ha señalado, está inspirado en la polis griega, lugar donde podríamos decir que uno es ciudadano de pleno derecho cuando participa directa y activamente en la cosa pública. Sin embargo, hay ciertos aspectos de Telépolis que le alejan de ese ideal. Sin ir más lejos estoy pensando en la pérdida del "cara a cara". Entonces, la respecto, por señalar dos peligros, veo la posibilidad, por un lado, de que Telépolis se convierta en un sentimiento de soledad electrónica suspendido en el aire, en una especie de --como señala Sartori-- "multitud solitaria"... Y por otro lado, veo también la posibilidad de un mayor aumento, no ya de la cosificación, sino de lo que yo llamaría una telecosificación.

J. E.- Los derechos de asociación, manifestación, libre expresión, voto, etc., pueden ejercerse "cara a cara", pero también a distancia y sin conocer a los interlocutores: por ejemplo cuando alguien escribe y publica un manifiesto. Por poner otro ejemplo: se vota en una urna y en secreto, no cara a cara. Las TIC, y más concretamente Internet, permiten hacer esto muy fácilmente, y eso en cada momento y sobre cualquier cuestión. Por tanto, podrían incentivar la participación en la cosa pública. El problema consiste en que la cosa pública siempre ha estado delimitada territorialmente (recintos, plazas, calles, ciudades, países), mientras que el espacio electrónico es transterritorial. Uno puede querer participar más activamente en asuntos que ocurren a miles de kilómetros de su domicilio porque los ve en la televisión y tiene información a través de Internet sobre lo que allí pasa. El ciudadano del tercer entorno es mucho más cosmopolita que el de las ciudades y países tradicionales, que raramente se interesaba en la cosa telepública. La noción de espacio público se ha modificado y con ello la noción de ciudad. De ahí la propuesta de Telépolis. En cuanto a la soledad, puede ser mucho mayor en una aldea o en una metrópolis. A través de Internet y del teléfono móvil me relaciono con quien quiero, si hace falta también con mis vecinos, pero porque me interesa lo que hacen o piensan. De hecho, son nuevas vías para la socialización, no para el aislamiento. Salvo patologías, que siempre las hay.

E. V. N.- En el libro de Giovanni, Homo videns. La sociedad teledirigida, este autor habla de un empobrecimiento radical del aparato cognoscitivo del homo sapiens, que debido a la influencia de tecnologías como la televisión, bien podría transformarse en homo videns. Respecto a las nuevas generaciones --que como decía Negroponte cada vez serán más digitales-- Sartori habla muy críticamente de los video-niños, que cuando se hagan mayores se convertirán en una especie, digámoslo así, de super-homovidens. Por su parte, usted también hablaba en Telépolis de un problema de base, de un fallo en "el pivote básico: la formación de individuos". Entonces, mi pregunta sería la siguiente, ¿piensa que la introducción de las nuevas tecnologías audiovisuales en la educación infantil será beneficiosa, o piensa por contra que ello contribuirá más aún a la formación de video-niños y al empobrecimiento de las capacidades críticas y abstractivas del homo sapiens? ¿Piensa que la tesis del homo videns de Sartori es errónea, o cree que anda en lo cierto?

J. E.- Sartori tiene toda la razón al atacar la televisión, que ante todo es un instrumento de poder y transforma a los niños en sujetos pasivos. En cambio, la telefonía móvil o Internet son mucho más activas y favorecen nuevas formas de socialización, que escapan al control de los poderes tradicionales.
Javier Echevarría
No hay que olvidar que las tecnologías audiovisuales ya están plenamente introducidas en los procesos educativos. Baste pensar que un niño o niña en España ve televisión durante varias horas al día. Otro tanto cabe decir de los videojuegos. Quien introduce esas nuevas tecnologías en la vida infantil es el mercado, con el beneplácito de muchos padres, familias y educadores. Lo que yo propongo es que se introduzcan aquellas TIC que sean más proactivas y cooperativas, como las redes telemáticas, la telefonía móvil e incluso algunas tecnologías multimedia que están muy bien diseñadas desde un punto de vista educativo. Y que se introduzcan conforme a criterios educativos previamente establecidos y aprobados. Es decir: que se desarrolle un sistema educativo en el tercer entorno, formado por redes telemáticas escolares con monitores previamente formados y materiales educativos previamente homologados. Cuando un niño o niña ve la televisión solo, en realidad está educándose en las calles de Telépolis, porque su mente está plenamente en el espacio electrónico, aunque físicamente esté en casa.

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Esta entrevista fue realizada en el año 2004 para la revista Dilema (Universidad de Valencia).
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