LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA


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La polución electromagnética es un tipo de contaminación invisible pero no por ello inocua para nuestra salud y bienestar.
     Casi insensiblemente, los núcleos urbanos de todo el mundo se han transformado en ciudades electromagnéticas. La contaminación electromagnética, junto con otros modos de contaminación,  ha pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana. El problema es que esta proliferación descontrolada de electropolución no es biocompatible, es decir, que puede resultar muy nociva para nuestra salud, y también perjudica y degrada los ecosistemas. Más de 3500 millones de smartphones con tecnología 3G y 4G (pronto 5G); antenas de telefonía móvil visibles o camufladas por todas partes; routers irradiando WiFi en hogares, comercios, guarderías, colegios, bibliotecas, etc.; torres de alta tensión y transformadores; zonas WiFi extendiéndose a través de picoantenas en ciudades y pueblos; casas repletas de electrodomésticos y aparatos tecnológicos de todo tipo y para todos los usos imaginables: robots limpiadores, videoconsolas, tablets, ordenadores portátiles y de sobremesa, teléfonos inalámbricos, microondas, equipos de música, purificadores de aire, etc.; edificios "inteligentes" con robótica y domótica para programar a través del smartphone radiadores, televisores, frigoríficos, etc. Quizá pronto no quedará un rincón del planeta hasta donde no llegue la contaminación electromagnética. En definitiva, un panorama terrorífico de electrosmog que cada vez está enfermando y matando a más personas en todo el mundo.
     Estamos ante un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad. La contaminación por radiaciones electromagnéticas generadas artificialmente por los seres humanos se ha convertido ya en un problema de salud a nivel mundial. Estudios científicos recientes, que cuentan con el respaldo de la comunidad científica, demuestran que este tipo de contaminación no sólo afecta a los humanos, sino también al resto de organismos y al entorno en general. Así lo demuestran numerosos estudios científicos, algunos tan prestigiosos como el del Dr. Ulrich Warnke de la Universidad de Sarre (Alemania), investigador de renombre internacional especializado en campos como la biomedicina, la medicina ambiental y la biofísica. Este autor tiene un libro muy interesante titulado "ABEJAS, AVES Y HOMBRES", donde advierte de los efectos nocivos que la telefonía móvil y de los sistemas de comunicación sin cable, demostrando con pruebas cómo la contaminación electromagnética está destruyendo la naturaleza. Leyendo este libro, el lector interesado encontrará una buena respuesta a un interrogante que desde hace tiempo intrigaba a la comunidad científica: ¿por qué desaparecen las abejas?
     En los seres humanos, los efectos nocivos de la contaminación electromagnética para nuestra salud, también son extremadamente preocupantes: tumores cerebrales, leucemia infantil, ictus, etc. Muchas de las patologías neurológicas más graves de nuestra época, así como enfermedades del sistema inmunológico o cardiovasculares, están íntimamente relacionadas con la contaminación electromagnética (dentro de la cual destaca el uso de telefonía móvil, la invasión de antenas base de telefonía, la proliferación indiscriminada del WiFi, o también los teléfonos y dispositivos inalámbricos). Pero esta radiación electromagnética contaminante no sólo está detrás de las enfermedades más graves y crueles, sino que también podría ser la causante --y así lo demuestran los estudios científicos-- de otras enfermedades "menores" muy extendidas: fatiga crónica, insomnio, migrañas, déficit de atención e hiperactividad, electrosensibilidad, etc. Me pregunto cuántas personas podrían mejorar sustancialmente su calidad de vida siendo conscientes del problema...     A estas alturas de la lectura quizá os estaréis preguntando cómo es posible que esto sea así y que no estemos debidamente informados. Los más ingenuos incluso pueden estar pensado que todo esto son idioteces de ecologistas trasnochados, ya que de ser ello cierto, entonces muchas empresas mundialmente conocidas no venderían sus mortíferos productos y servicios, por el bien de la salud de los consumidores. O tal vez alguien esté convencido de que los políticos, que son teóricamente los representantes de la ciudadanía, jamás permitirían algo semejante, o que, en todo caso, ya habrían puesto en marcha toda una serie de medidas contundentes para evitar un problema tan grave. Sin embargo, para los que ya comenzamos a saber un poco --sólo un poco-- cómo funciona realmente este mundo, para nada nos sorprende lo que está pasando, a saber: los intereses económicos multimillonarios se anteponen a la salud de los ciudadanos. No olvidemos que detrás de este desastre sin precedentes están las multinacionales de la telecomunicación (AT&T, China Mobile, Vodafone, Telefónica, Deutsche Telekom, etc.) o las multinacionales tecnológicas más poderosas (Apple, Samsung, Google, Cisco, Microsoft, Nokia, Sony, etc.), así como toda una constelación de empresas que dependen directa o indirectamente de estas otras.
     Ahora bien, resulta curioso ver cómo muchos de los trabajadores de estas grandes empresas, tal y como se ha publicado en numerosos medios,  llevan a sus hijos a colegios donde no se utilizan las tecnologías que ellos mismos fabrican y distribuyen por doquier. Llevan a sus hijos a colegios sin computadoras porque saben que crean distracciones  que afecta negativamente en el proceso de aprendizaje y desarrollo, lo cual es cierto; pero yo añadiría que lo que también están buscando es un entorno para sus hijos sin contaminación electromagnética. Ellos mismos, y no únicamente sus hijos, practican de hecho la desconexión, para no estar constantemente a merced de los reclamos publicitarios, los eventos y los reclamos varios que rápidamente roban la atención y la interioridad de las personas; pero es evidente que apagan sus computadoras y desconectan sus smartphones y los routers también para evitar la electropolución.
     Mientras tanto, al resto de los mortales nos invitan a través del marketing y la publicidad a instalar el WiFi en nuestros hogares e incluso en las guarderías y colegios, por lo demás cada vez más digitalizadas y computerizadas. Y lo que es más abominable todavía, pretenden que incluso los niños (los adolescentes ya todos lo tienen) tengan un smartphone, uno como mínimo (además de las tablets, las minitablets, los netbooks, los ultrabooks, las miniconsolas, etc.).
     Esto resulta muy paradójico, porque los padres piensan que con un teléfono móvil sus hijos estarán más seguros, pero en realidad les están regalando una tecnología que los enfermará. El padre que decide tirar la casa por la ventana y comprar teléfonos para toda la familia, incluso para los más pequeños de la casa, y ya de paso instalar un router con WiFi para conectar sin cables todos los teléfonos, computadoras, tablets, televisores, etc., este pobre hombre está firmando la sentencia de muerte de la salud en su hogar. Lo hacen con mucho amor, pero también con cierta ignorancia e irresponsabilidad. Pero en realidad, siendo justos, la culpa no es enteramente de los padres o del ciudadano. Los responsables son, además de las multinacionales que nos dispensan estos productos, nuestros políticos que se niegan a informarnos de los peligros de estas tecnologías, a pesar de que el Consejo de Europa, sobre todo desde 2011, ha advertido seriamente a los países miembros, a través de la Resolución 1815, de los peligros reales del uso de estas tecnologías, poniendo especial énfasis en la protección de bebés, niños y adolescentes.

"Habida cuenta de las consideraciones expuestas, la Asamblea recomienda a los Estados miembros del Consejo de Europa,
8.1.1. Adoptar las medidas razonables para reducir la exposición a los campos electromagnéticos, especialmente a las radiofrecuencias emitidas por los teléfonos móviles, y en especial la exposición de los/as niños/as y jóvenes que al parecer corren el mayor riesgo de tumores de la cabeza;
8.1.3. Poner en práctica campañas de información y sensibilización sobre los riesgos de los efectos biológicos potencialmente nocivos...
8.2. Con respecto al uso individual de los teléfonos móviles, los teléfonos inalámbricos DECT, los sistemas WiFi, WILAM y WIMAX para ordenadores y otros dispositivos inalámbricos como los interfonos para la vigilancia de bebés:...
8.2.4. Informar sobre los riesgos potenciales para la salud de los teléfonos inalámbricos DECT, los interfonos para la vigilancia de bebés y otros aparatos domésticos que emiten continuamente microondas pulsadas...
8.3. Con respecto a la protección de los/as niños/as:
8.3.1. Desarrollar, en los distintos ministerios (educación, medio ambiente y sanidad), campañas de información específicas dirigidas al profesorado, las madres y padres y los/as niños/as para advertirles de los riesgos específicos del uso precoz, indiscriminado y prolongado de los teléfonos móviles y de otros dispositivos que emiten microondas".


     Además de las advertencias del Consejo Europeo, existen miles de estudios que apuntan en la misma dirección. Sin ir más lejos, la propia OMS (Organización Mundial de la Salud), a través del Centro de Investigación sobre el Cáncer, a clasificado los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles en la categoría 2B ("posiblemente cancerígenos para los humanos"). Otro estudio con gran aceptación es el informe BIOINITIATIVE, elaborado por un amplio grupo de expertos de todo el mundo, y que habla de: cambios en el sistema nervioso y en la función cerebral; efectos sobre el sistema inmunológico; tumores cerebrales y neuromas acústicos; leucemias y cánceres infantiles, además de otros tipos de cáncer, etc.
     En fin, no quisiera tener que insistir en que no estamos ante una alarma infundada o una teoría de la conspiración. Las evidencias no dejan margen para la duda, a pesar de que las multinacionales implicadas intenten sembrar la duda por doquier, en vez de asumir responsabilidades y rectificar.
     Tampoco ayuda demasiado nuestra clase política. Teóricamente nuestro políticos tienen la obligación de informarnos sobre estos peligros, pero hacen justo lo contrario a lo que recomienda la Asamblea del Consejo de Europa. Mientras en otros países de Europa existen campañas informativas y se actúa en consecuencia (los ministerios informan a los ciudadanos, los pediatras alertan del problema a las madres y padres, se eliminan estas tecnologías de los lugares públicos, se sustituyen los sistemas inalámbricos por el cableado, se investigan nuevas tecnologías compatibles con la salud y el medio ambiente, etc.), mientras tanto, en España se promueve y se acelera la proliferación de la contaminación electromagnética, antes de que se termine quizás por prohibir del todo, o que los enfermos llenen los hospitales.
     Tenemos, pues, como responsables, por un lado a los políticos, y, por el otro, a las compañías de telecomunicaciones y las multinacionales que producen los equipos tecnológicos y el software. Si seguimos el rastro del dinero, estas empresas son las responsables últimas, en mayor o en menor grado, de todo este grave problema ecológico y sanitario. Algunas de estas empresas no sólo hacen caso omiso a las advertencias del Consejo de Europa, sino que además actúan deliberadamente en sentido contrario, lanzando campañas de desinformación o intentando captar a través de la publicidad a los más vulnerables, sin ningún tipo de escrúpulo moral. Véase, por ejemplo, la campaña de publicidad con la que Telefónica Movistar nos bombardea en la actualidad, y en la que no duda en utilizar a inocentes niños y niñas de corta edad.


En esta imagen, en la que he tratado de condensar varios de los anuncios de Movistar (Telefónica), se puede observar cómo la compañía utiliza de manera sistemática a niños y niñas con el objetivo de vender sus productos.
      En esta campaña publicitaria se puede apreciar la falta de valores y principios éticos de las grandes compañías. En este caso, este tipo de publicidad no sólo atenta contra la dignidad de las personas, no sólo explota a niños y niñas para lucrarse, sino que además invita a todo el mundo a que los enfermemos, desoyendo las recomendaciones de la OMS, del Consejo de Europa, del Centro para la Investigación sobre el Cáncer, etc. No es de extrañar que luego compañías como esta --e igual son casi todas-- sean las que nos imponen una "tecnología" (mejor sería hablar de pseudo-tecnología) que no es biocompatible. Quizá por ello andan por las cornisas de los grandes edificios en todas las grandes ciudades instalando antenas camufladas y predicando a los cuatro vientos que ellos son el progreso y que no pasa nada.
     
Eduardo Vicente Navarro

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